jueves, 3 de septiembre de 2009

El ludo sexual

El manual de educación sexual ha llegado ya a manos de 5000 profesores, a pesar de las amargas recriminaciones de monseñor Héctor Aguer. Este arzobispo de la Iglesia Católica argentina mereció una irónica respuesta del ministro de Educación Alberto Sileoni: "Se está cumpliendo la Ley 26.150, y supongo que monseñor Aguer querrá, como cualquier argentino, que se cumplan las leyes". Está muy bien, pero monseñor Aguer tiene todo el derecho de opinar que la forma en que esta ley se está implementando es un mamarracho. Las leyes que "cualquier argentino" quisiera ver aplicadas urgente y puntualmente son las leyes penales que reprimen el narcotráfico, los asaltos a mano armada, los homicidios y violaciones, así como las que penan el enriquecimiento ilícito de funcionarios y políticos. En cambio, la ley de educación sexual no le quita el sueño a nadie. Cabe destacar que Aguer es, además, un destacado intelectual, con una versación inusual en autores no-católicos como la feminista Shulamith Firestone y el marxista italiano Antonio Gramsci, a los que cita de memoria, de manera que si el arzobispo habla de que en la sociedad actual hay un "pensamiento hegemónico feminista" o se refiere al neo-marxismo en la legislación moderna, conviene escuchar sus observaciones antes que querellarlo. El arzobispo emplea estos términos con toda propiedad, y no a la bartola. Ahora bien, que Aguer expresa el pensamiento de la Iglesia Católica, de eso no cabe duda... ¡Bueno fuera que un arzobispo expresara las doctrinas del rito umbanda! Pero esto no es un pecado: conviene recordar que el catolicismo es -con sus más y sus menos- la religión mayoritaria del pueblo argentino.

Inconvenientes varios que presenta el asunto educación sexual:

1. Las familias de observancia católica, lo mismo que los mormones, muchos islámicos, judíos y evangélicos, no desean que sus hijos adquieran demasiada familiaridad con el sexo. Apenas lo imprescindible a partir de las lecciones de anatomía, biología e higiene. Estas familias deben ser respetadas.

2. En la vida real, con sólo ver Los Simpson, Animal Planet y Amas de casa desesperadas un ratito por día, los adolescentes de 12 años saben más que nosotros sobre el sexo, el embarazo, los profilácticos, la masturbación, el sida, el ADN, los bebes de probeta y el acoplamiento de canguros y ballenas. De manera que, si estamos decididos a impartir una educación avanzada en serio sobre estos temas, los docentes tendrán que esmerarse y estudiar un poquitito más. No un cuadernillo: estudiar la vida. Para referirse con solvencia a cuestiones como el sexo grupal, la satisfacción oral, el concepto de harem, el poli-amory, el swinger, el punto G de Graffemberg y de algunas doctoras, en fin, temas que un docente argentino de hoy no domina. Por no decir que no tiene la menor idea. De modo que: ¿no será mejor dejar las cosas como están? A juzgar por lo que vemos en las puertas de las discotecas, donde chiquilinas de 14 años canjean "una entrada por un pete" a los varones poseedores de los valiosos vouchers, los jovencitos tienen amplias nociones y buena puntería en estas cosas. Miles de adolescentes quedan embarazadas cada día.

3, La sexología tiene sus legítimas autoridades como el doctor Adrián Sapetti, que es ante todo médico y por lo tanto conoce la biología sexual en términos de hormonas, enzimas, músculos y articulaciones. Pero hay innumerables "sexólogos"(?) que, en apariencia, son simples psicólogos con un cursillo a los apurones y, sobre todo, una audaz aproximación al sexo, sin ninguna solvencia personal que los avale, y al proponer estas nuevas disciplinas educativas se candidatean ellos mismos para enseñarlas, ganando así un sueldo. ¡Otro sueldo más! La "sexología" así entendida no habla sobre el sexo, habla de los sexólogos, sus prejuicios y fantasías.

4. En el manual sexual de referencia, como gran hallazgo, se nos presenta el ludo sexual que deberán jugar nuestros hijos y nietos en las aulas. Se integrarán varios equipos, disputándose luego una especie de juego de mesa con las correspondientes cartulinas, el tablero y los dados. Hay una competición en particular que se denomina "Tarjetas-Mito" donde los jugadores deberán tachar como falsas algunas leyendas. Tomamos dos de esas leyendas, por ejemplo: "Las mujeres eyaculan igual que los hombres". Otra: "Con el preservativo se siente menos placer". El autor de estas líneas, dentro de su modestísima experiencia, tiene visto que muchas mujeres eyaculan, no igual que el hombre, pero eyaculan. Y hasta he leído que el eyaculado es un homólogo del fluido prostático. En cuanto a la "leyenda" del preservativo, no es ninguna leyenda. Miles de varones lo rechazan porque les dificulta el placer y hasta la erección, así como hay muchas mujeres que se sienten invadidas por una irritante película de plástico. Cuando averigüé donde queda la Facultad de Sexología, me presentaré a ofrecer mi notable descubrimiento. Si se insiste en que el preservativo es la solución final al problema del sida, se desestimula la investigación. Y es imperioso que los verdaderos sexólogos descubran o inventen algo mejor para evitar todo tipo de contagios, ya que el preservativo ofrece mil inconvenientes, por más que muchos lo usan, y lo usaban ya en tiempo de los faraones, aunque aquellos condones estaban fabricados con tripa de camello. Los adolescentes, dado que la vida va siempre más rápido que la enseñanza, ya encontraron un buen método para correr bajísimo riesgo: el sexo oral. Por ahora. Menciono un juego más del ludo ministerial: enumerar en una cartulina los nombres válidos que recibe el órgano sexual masculino. Los chicos y las chicas empezarán mencionando "pilín", seguirán con "pito" y culminarán con "pene", tras recorrer el espinel. ¿Esto para que sirve? Luego se les propone demostrar una habilidad (¿la fellatio?) con lo cual esto, más que ludo, ya parece el juego de la botellita o verdad-consecuencia. En fin.

Mi modestísima propuesta es dejar que la naturaleza haga su obra. Al llegar a la edad de los deseos, varones y mujeres buscarán su objeto y lo encontrarán, como lo han encontrado siempre. Es una realidad eterna, como que siempre ha habido galanes y doncellas, lesbianas y gays, seductores y vampiresas.

Los docentes deben enseñar las tablas de multiplicar, el descubrimiento de América y la geografía del mundo. Hoy por hoy se debería enseñar también el ritmo y la estación de las cosechas del campo argentino, los rudimentos de la cocina, oficios técnicos... ¡Y los adolescentes deberían salir del colegio con una licencia que los habilite para conducir un auto, un camión, un tractor, una cosechadora, y no sólo el MP3! Ese sería un gran avance, progresista y concreto.

El ludo sexual, dejémoslo para otra vida.

(Enviado por Itala Montesino)